Primeros pasos

1. Nada ocurre de la noche a la mañana, así que ten en cuenta que el tiempo que tome a tus pies adaptarse es imposible de predecir.
2. Si tienes alguna patología específica recuerda que lo mejor es hacer la transición de la mano de un podólogo actualizado (escríbenos y te recomendamos alguno en tu zona).
3. La transición debe ser gradual y tener en cuenta cada sensación nueva en tus pies y tu cuerpo. Saber tener un buen ritmo, cuándo seguir y cuándo parar.

• Pies felices y sin dolor.
• Tus pies recobraran su forma y funcionalidad (intentarán volver a la forma que tenías cuando naciste).
• Tu postura corporal mejorará.
• Mejor equilibrio y sensación de suelo (porque añadir cm de suela es el equivalente a ponerte una venda en los ojos). Los pies deben sentir y percibir el suelo y sus irregularidades ;)

El calzado que elijas y la frecuencia de uso son fundamentales para empezar la transición. Hay 3 opciones:

• Usar zapatos barefoot (3mm suela y sin drop) de forma moderada durante cortos periodos de tiempo cada día y aumentar de manera progresiva. Puedes hacerlo si no sientes dolor y acompañas con ejercicios de fortalecimiento.
• Si tienes alguna patología elige zapatos de transición (1cm+ de suela y drop) y ve aumentando su uso. Si no tienes dolor, pasa a suelas más delgadas progresivamente.
• Combina los dos anteriores y alterna el uso entre zapato barefoot y de transición.

La opción que escojas recuerda bajar el ritmo si sientes dolor y procura no ignorar las señales de tu cuerpo.

Todo empieza con pequeños hábitos:

1. Prioriza el tiempo descalzo: empieza por pasar más tiempo descalzo en casa. Deja que tus pies se adapten gradualmente a la libertad de movimiento.
2. Usa calzado barefoot: incorpora zapatos barefoot en tu vida diaria. Desde paseos cortos hasta tu rutina de ejercicios, notarás la diferencia
3. Sé consistente: la transición al barefoot puede tomar tiempo. Sé paciente y constante en tu práctica para ver los mejores resultados.